Evitar la ansiedad escénica se aprende

Me acabo de leer el libro “Cómo superar la ansiedad escénica en músicos”, del psicólogo Guillermo Dalia Cirujeda, y me ha gustado tanto que os voy a escribir un breve resumen, por si os interesa leerlo.

No pretendo con este artículo mostrar un método para superar la ansiedad escénica, sólo que sepáis que se puede eliminar y animaros profundizar a en el tema.

Pero, ¿qué es la ansiedad escénica? Pues son esos nervios que nos entran cuando vamos a actuar en público y en los momentos previos o posteriores. Estos nervios nos provocan que bajemos mucho el nivel de nuestra interpretación y que no podamos disfrutar de ella como deberíamos. Esta ansiedad afecta en torno al 80% de los músicos, sean aficionados o profesionales, así que no es un asunto menor.

La gran noticia es que la ansiedad escénica no es algo innato a nosotros, es algo que hemos aprendido de forma inconsciente en los distintos ambientes en los que hemos vivido. Me parece muy importante este hecho ya que, al ser aprendido, también podemos aprender a no sufrirla.

Como cualquier proceso de aprendizaje, lo aprenderemos de forma progresiva a través de la práctica sistemática de varios ejercicios que nos proponen en el libro.

Una idea que también quiero remarcar es que nuestras reacciones (taquicardia, sudores, temblores, etc.) ante un determinado suceso son producto de emociones que sentimos. Si bien es cierto que estas emociones no son voluntarias y por lo tanto no podemos controlarlas, también es cierto que todas las emociones son generadas por los pensamientos e interpretaciones que nos genera un suceso, y éstos los generamos nosotros mismos y por lo tanto, podemos cambiarlos.

Cuando sentimos ansiedad, de forma inconsciente, solemos emplear dos mecanismos para evitarla, ya que nos genera un gran malestar. El primero es la evitación, mediante el cual intentamos evitar las situaciones que nos generan ansiedad. Por ejemplo, decido no tocar en público, o pongo cualquier excusa para no hacerlo. El segundo es el escape. Una vez que siento ansiedad, me escapo, física o mentalmente. Un ejemplo de escape físico sería que no repito una parte de una obra, o que dejo de tocar porque estoy nervioso. Un escape mental podría ser el pensar que no me importa que me salga mal mi interpretación.

Estos mecanismos naturales de defensa nos perjudican bastante ya que no nos enfrentamos a la solución del problema, simplemente lo evitamos generando un ciclo negativo que se realimenta.

Para solucionar la ansiedad escénica, Guillermo Dalia nos propone que trabajemos en los tres niveles de conductas en los que se manifiesta (motora, fisiológica y cognitiva).

La exposición es el componente fundamental para que la terapia resulte efectiva. Trabajaremos de forma sistemática y gradual en exponernos al suceso que nos genera ansiedad (tocar en público). Comenzaremos por los sucesos que nos generen menos ansiedad (tocar par mi pareja, por ejemplo) y gradualmente pasaremos a otros sucesos que nos generan más ansiedad.

Por la parte cognitiva, es decir, nuestros pensamientos e interpretaciones de un suceso, aprenderemos a identificar y posteriormente eliminar aquellos pensamientos irracionales que nos genera el suceso, para sustituirlos por pensamientos racionales. Unos ejemplos de pensamientos irracionales serían: “seguro que meto la pata”, “Yo no sirvo para esto”, “todos verán lo nervioso que estoy”, etc. A través de varios criterios de racionalidad aprenderemos a identificar qué pensamientos son irracionales. Una vez identificados, crearemos pensamientos alternativos racionales a través del detallado método propuesto en el libro.

La relajación muscular es el tercer pilar de la terapia (la meditación, yoga u otras técnicas no han demostrado ser útiles para este propósito). Aprenderemos progresivamente a relajar los distintos grupos musculares. Posteriormente aprenderemos a relajarlos mediante un estímulo (por ejemplo, la palabra “relax”) y finalmente a hacerlo en las situaciones que nos generan estrés, llegando a tener todos los músculos que no intervienen en la acción, totalmente relajados.

Y esto es todo. Según Guillermo Dalia, en tres o cuatro meses de práctica, superaremos por completo la ansiedad escénica y podremos, por fin, disfrutar y hacer que disfruten de nuestros conciertos.