Aprender a memorizar

No niego que unas personas tengan más facilidad natural que otras para determinadas cosas.

Mi amigo David tenía un cuerpo similar al mío. Cuando salíamos a correr a la pista de atletismo, a las dos o tres vueltas ya me había sacado una de ventaja. ¡Cómo corre este chico! – me decía a mí mismo – debe tener un don natural que yo no tengo. Y eso que yo me esforzaba a tope, y a él parecía que no le costaba nada…

Un día empezamos a ir a nadar y ¡Sorpresa! Yo nadaba muchísimo más rápido que él. Y eso que él no nadaba nada mal. ¿Y a qué se debía esta diferencia? Pues que yo había ido unos años a clases de natación y había aprendido a nadar, pero no a correr.

Esto me demuestra que cuenta mucho más lo que aprendemos bien que nuestras capacidades naturales.

Llevando esta anécdota al estudio del piano, a casi todo el que le pregunto si tiene buena memoria, me dice que no. Pero ¿no tienen cualidades naturales o no han aprendido a memorizar? Más bien lo segundo. Muchos profesores les dicen a sus alumnos – apréndete esto – pero no les enseñan a aprenderlo. De la forma que aprendamos una cosa dependerá muchísimo el tiempo que no lleve hacerlo y cómo de bien lo recordemos después.

Por ejemplo, un concertista que va a dar un concierto de una hora (que lo toca de memoria) puede tocar entre 10.000 y 20.000 notas. ¿Te imaginas que las hubiera aprendido así: Do – mi – la – la – re … hasta 20.000 notas? Eso sería absolutamente imposible. Lo puede aprender porque aplica muchos mecanismos de memorización que ha aprendido.

Así que la forma de memorizar la música es una parte esencial del aprendizaje del piano a la que deberemos prestarle la máxima atención si alguna vez queremos ser concertistas. ¡No lo olvides!